miércoles, 6 de octubre de 2010

SINDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL




¿QUÉ ES?

Las últimas estadísticas señalan que en España una pareja se rompe cada cuatro minutos, ya no resulta extraño tener en nuestro círculo más cercano alguna pareja que se ha separado, nuestro vocabulario se amplía con términos como “pensión alimenticia”, “custodia compartida”, “régimen de visitas”, etc. Detrás de esta realidad se encuentran diversas historias, en los mejores casos los progenitores han podido llegar a un entendimiento para que sus hijos superen el trauma de la separación, en otros muchos este entendimiento no se ha podido dar dando lugar a un gran sufrimiento tanto para los menores como para los adultos implicados.

Una de las situaciones más traumáticas es cuando se observa en un menor el Síndrome de Alienación Parental (SAP). El SAP definido por Richard Gardner en 1985 es “un trastorno caracterizado por el conjunto de síntomas que resultan del proceso por el cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos, mediante distintas estrategias, con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor”, es decir, uno de los progenitores manipula al menor con el fin de que éste rehace al otro.


Es importante señalar que el SAP se diagnostica en los menores cuando esta manipulación ya se ha producido, es decir, no es suficiente que el progenitor alienador lleve a cabo una conducta de manipulación, sino que es necesario que esta conducta realmente tenga efecto. Lamentablemente esto hace que la intervención psicológica para reparar el daño sea muy complicada ya que nos encontramos con menores convencidos de que su odio hacia el progenitor alienado está totalmente justificado.

El SAP aparece en un menor tras un proceso que puede variar en el tiempo según los casos, cuánto más tiempo pase el progenitor manipulador con su hijo, más tiempo tendrá para desarrollar su campaña de injurias y desacreditación. Lo que más llama la atención en el SAP es la ausencia de ambivalencia en el odio del menor, es uno odio similar al de un fanatismo terrorista. Frente a este odio, el menor suele considerar al progenitor alienador como una persona sin ninguna tacha, una víctima vulnerable a la que tiene que defender. Además, cuando al menor se le sugiere que puede haber sido en algún modo manipulado, se defiende asegurando que siempre ha pensado así y que nadie le ha dicho lo que tenía que pensar.

En numerosas ocasiones este odio que siente el menor, y que carece de todo sentimiento de culpa, se extiende a todo el entorno del progenitor alienado como pueden ser os abuelos, los primos, amigos, el domicilio del progenitor o la nueva pareja.

El progenitor alienado recibe este ataque por parte de su hijo inicialmente con gran estupor y posteriormente, cuando va viendo cómo pasa el tiempo y la manipulación aumenta, con gran frustración e indefensión. La lentitud de las decisiones judiciales contribuyen en muchos casos a aumentar esta sensación al no encontrar medios para parar este proceso manipulativo.

En la mayoría de los casos en los que son varios los menores implicados la manipulación se extiende a todos ellos con el fin de que hagan un frente común hacia el progenitor alienado.

El SAP tiene serias consecuencias a largo plazo. En los casos en los que la intervención es efectiva, por un lado el menor tiene que enfrentarse a un fuerte sentimiento de culpa por su enfrentamiento con uno de sus progenitores y por el otro tiene que reconocer que la persona en la que confiaba ciegamente lo ha utilizado.

1 comentario:

  1. Lo bajo anonimato publicado es propaganda en favor del indebidamente denominado síndrome de alienación parental que como tal no está debidamente reconocido por las autoridades psiquiátricas, aunque hay tribunales que en determinados casos detecten situaciones de menores afectados por circunstancias de alienación parental. Es de reclamar que sea publicado en la página de la Asociación la información que hay en la red sobre esta cuestión(Wikipedia, Consejo General del Poder Judicial...etc) y que quien opine lo haga como es propio de una sociedad democrática con nombre y apellidos.

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